JOSÉ JOSÉ: VIDA, VOZ Y HERIDAS DEL PRINCIPE DE LA CANCIÓN

En el universo de la música en español, hay voces que se recuerdan y otras que marcan generaciones. José José fue ambas.

JOSÉ JOSÉ: VIDA, VOZ Y HERIDAS DEL PRINCIPE DE LA CANCIÓN

En el universo de la música en español, hay voces que se recuerdan y otras que marcan generaciones. José José fue ambas.

En el universo de la música en español, hay voces que se recuerdan y otras que marcan generaciones. José José fue ambas. Su vida, llena de momentos gloriosos y también profundamente dolorosos, es un testimonio de lo que significa entregarse por completo al arte. A lo largo de cinco décadas, el llamado “Príncipe de la Canción” tocó millones de corazones con su voz, su interpretación desgarradora y una sensibilidad pocas veces vista en la música popular.


De un hogar con música... y heridas

José Rómulo Sosa Ortiz nació el 17 de febrero de 1948, en el seno de una familia musical en la Ciudad de México. Su padre, José Sosa Esquivel, era tenor de ópera, y su madre, Margarita Ortiz, pianista. Desde niño, José escuchó a Puccini, Verdi, boleros clásicos y jazz. Pero también creció entre tensiones familiares: su padre sufría de alcoholismo y sus episodios violentos marcaron la infancia del joven José.

Esa mezcla de música refinada y heridas emocionales se convirtió en parte esencial de su identidad artística. Muy pronto descubrió que cantar era su refugio. En la adolescencia, formó parte de un trío llamado Los PEG y tocaba el bajo mientras soñaba con una carrera como solista. En 1967, graba su primer disco, que pasó desapercibido. Fue hasta 1969, con el lanzamiento de ‘La nave del olvido’, que su nombre empezó a resonar en la radio mexicana.

Poco después adoptó el nombre artístico José José: el primero, por su nombre propio; el segundo, como homenaje a su padre fallecido. Fue una forma de reconciliarse con su historia y también de presentarse al mundo con una identidad marcada por el amor y el dolor.


'El triste' y el nacimiento de una leyenda

El 15 de marzo de 1970, José José participó en el II Festival de la Canción Latina (predecesor del Festival OTI) con la canción ‘El triste’, escrita por Roberto Cantoral. Su interpretación fue tan magistral que, aunque no ganó el concurso, se robó el corazón del público. Aquel video se volvió icónico: José José con smoking, joven, temblando de emoción, alcanzando notas imposibles mientras el público se ponía de pie en lágrimas.

Desde entonces, fue reconocido como una de las mejores voces del continente. Su técnica vocal, con un control absoluto del vibrato, el falsete y la respiración, lo hacía único. Pero lo que lo distinguía aún más era su capacidad interpretativa. Cada canción la cantaba como si fuese su propia historia.


Éxitos, giras y la consagración

Durante las décadas de los 70 y 80, José José lanzó disco tras disco, llenos de temas que hoy son clásicos. Sus letras hablaban de amor, desamor, culpa, nostalgia y redención. Se convirtió en un símbolo del romanticismo masculino: vulnerable, intenso, entregado.

Algunos de sus mayores éxitos incluyen:

Sus discos vendían millones de copias. Se presentaba en el Madison Square Garden, en el Auditorio Nacional, en Viña del Mar. Fue nominado al Grammy, actuó en películas y colaboró con compositores como Juan Gabriel, Camilo Sesto, Manuel Alejandro y Rafael Pérez Botija.

Para muchos, fue el artista que llevó la balada romántica a su máxima expresión.


Los demonios que lo acompañaron

Pero el éxito tuvo un precio. José José comenzó a depender del alcohol desde muy joven, en parte como forma de escapar de la presión, el estrés de las giras y el vacío emocional. Durante los años 80, aunque seguía cosechando éxitos, su salud comenzó a deteriorarse. Llegaba tarde a los conciertos, su voz empezaba a fallar, y sus relaciones personales se hacían cada vez más inestables.

Se casó tres veces: primero con Kiki Herrera, después con Anel Noreña (madre de sus hijos José Joel y Marysol), y finalmente con Sara Salazar. Sus matrimonios estuvieron marcados por separaciones, conflictos legales y fuertes tensiones mediáticas. Además, perdió su fortuna por malas decisiones financieras y por confiar en personas que lo explotaron.

A partir de los años 90, sus problemas de salud se volvieron más visibles: enfisema pulmonar, problemas en la columna, pérdida del oído y finalmente, daño irreversible en sus cuerdas vocales. De ser una voz prodigiosa pasó a apenas poder hablar. Sin embargo, nunca dejó de presentarse ante su público, incluso si solo podía agradecer con gestos.


El ocaso y el amor eterno del público

En la última etapa de su vida, José José vivió entre altibajos. En 2007, lanzó su autobiografía “Esta es mi vida”, donde narró con crudeza sus excesos, traumas y anhelos. Fue entonces cuando comenzó a ser homenajeado por nuevas generaciones de artistas. Marc Anthony, Cristian Castro, Luis Fonsi y muchos otros reconocieron su legado.

En 2017, fue diagnosticado con cáncer de páncreas. Su enfermedad y su ausencia pública generaron especulaciones y conflictos familiares. La controversia aumentó cuando, tras su muerte en Miami el 28 de septiembre de 2019, su cuerpo fue objeto de una disputa mediática entre sus hijos y su última esposa. Aun así, su funeral en México fue multitudinario: miles de personas salieron a despedirlo con flores, canciones y lágrimas.


Un legado hecho de voz, alma y verdad

José José no solo fue un cantante; fue una voz que representó a toda una generación que amó intensamente. Su música ha acompañado a quienes se han enamorado, han perdido, han sufrido o simplemente han sentido demasiado. En sus letras había dolor, pero también belleza. En su voz había fuerza, pero también vulnerabilidad.

Su legado vive en cada interpretación que se escucha hoy en plataformas digitales, en los tributos que le rinden nuevos artistas y en la memoria colectiva de quienes alguna vez se quebraron escuchando ‘El triste’ o ‘Lo dudo’.

Como él mismo dijo alguna vez:

“Mi voz fue un regalo de Dios. Lo demás fue puro corazón.”

 


AUTOR: Redacción Top Radio